
Adoro ir a Londres. Mi marido y yo vamos todos los años, nos perdemos por el mercadillo de Camden, degustamos todo lo que puedes encontrar, compramos vinilos y ropa, disfrutamos de la vida nocturna...
Y por eso de vez en cuando me entra como una especie de "morriña" por volver a la capital británica, así que por esa precisa morriña me ha dado por hacer una remesa de galletas de mantequilla.
Esta receta sabe exactamente igual que las típicas galletas de mantequilla que he comido allí. Son muy suaves y además no llevan huevo, por lo que se conservan frescas durante mucho tiempo metidas en un recipiente hermético.
Ingredientes:
Manos a la obra!!
Lo primero que tenemos que hacer es sacar de la nevera la mantequilla el día antes (o la noche antes si las vas a hacer por la mañana) para que esté a temperatura ambiente cuando vayamos a utilizarla. No vale calentarla en el micro, ni ponerla encima de la estufa. Lo único que podéis hacer es cortarla en trocitos pequeños para acelerar el proceso (que en verano con el calor en un par de horas fuera de la nevera nos servirá)
Sabremos si la mantequilla está a temperatura ambiente en el momento en el que al ponerle el dedo encima, se hunde y deja nuestra huella tan profunda como queramos.

Una vez reposada nuestra pelotilla, deberemos espolvorear azúcar glass en la encimera, ponemos la bola y con el rodillo la estiramos para poder cortar las galletas con un cortapastas. Es importante que os quede la masa estirada con el mismo grosor en todas partes, o de lo contrario las galletas se os quemarán un poquito en las partes más finas, o se os quedarán sin hacer en las partes más gruesas.

Las retiramos de la bandeja y las ponemos sobre una rejilla a enfriar. Las guardamos en un bote hermético y nos pueden durar hasta un mes (aunque dudo mucho que duren en el bote más de dos o tres días, al menos en mi casa jajaja)
Si queréis podéis hacer glasa real para decorar estas galletas... pero eso lo dejaremos para otro capítulo.
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